Quemadura grave en la consulta de manuel grau massanes
Quiero contar mi historia. Fuí a la consulta de Manuel Grau Massanes por una quemadura solar en la barbilla. Me mandó una crema de corticoides que al cabo de 20 días se me había pegado a la piel y no había forma humana de quitarla, tan sólo con parafina. Esta costra actuó como un ácido, penetrando en la piel y provocándome una quemadura profunda, de 3r grado. Aquello fue demoledor. Entré en depresión pudiendo a duras penas terminar mis estudios de ingenería, perdí a mi novia y el trabajo. Este señor se escondió en su consulta e insistía en un tratamiento equivocado. Jamás recibí una disculpa ni ha sentido curiosidad en que se equivocó. Hoy en día sigo sufriendo por efecto de la quemadura: no me puede dar el sol, no puedo mantener la sonrisa ni hablar largo tiempo, afeitarme es un problema,...He sufrido y llorado tanto que no me quedan lágrimas y todavía sigo con mucho dolor y padeciendo las secuelas de una quemadura grave en la cara. Sin embargo intento extraer lo bello de la vida que un día se convirtió en un infierno.
El dolor es mi compañera de viaje. En el momento que salí de su consulta con aquella costra quemándome la barbilla me sentí morir. Aún recuerdo la cara de incredulidad de este señor y los gestos compasivos de mi exnovia.Lloré amargamente semanas, mientras comprobaba las reales secuelas de la quemadura. Mi madre logró hablar con él un día por teléfono y le dijo que debía seguir poniéndome corticoides. Insistía en la equivocación. Comencé un peregrinaje por otros dermatólogos, pero ya era tarde y nada podía hacerse. Yo seguía pensando que no me había pasado y pronto volvería a estar como antes, pero ni mucho menos. Una quemadura se produce en segundos pero las consecuencias son de por vida. Como era lógico terminé en el psiquiatra y en el piscólogo, había que empezar a aceptar aquella tragedia. No me podía ni ver en el espejo y el dolor era insoportable. Llegó a tal punto el dolor diario que tenía que soportar que decidí quitarme la vida. No valía la pena vivir. No podía disfrutarla, no me podía dar el sol, no podía hablar, no podía sonreir, no podía besar,... Era horrible. Es curioso tras mi intento de suicidio me ingresaron en el Hospital 9 de Octubre varios días, mientras Manuel Grau Massanes pasaba consulta tranquilamente, ajeno a todo aquello, despreocupado. Mi familia ha sufrido mucho al verme mal, sobre todo mi madre, que es la ha estado a mi lado cogiéndome la mano y animándome cuando no podía más y el dolor me comía por dentro (lloro al escribir esto). Este accidente me ocurrió con 26 años, en lo mejor de la vida, cargado de sueños e ilusiones, y me tocó bajar el ritmo de vida renunciar a mil cosas y seguir adelante. Gracias al certificado de minusvalía coseguí aprobar una oposición y desarrollo un trabajo acorde con mis limitaciones consecuencia de esta quemadura grave que me impide incluso hablar. Un naturalista francés decía: "Hay dolores que matan: pero los hay más crueles, los que nos dejan la vida sin permitirnos jamás gozar de ellas".
Con un tratamiento conservador (aloe vera, crema hidratante,...), una biopsia o un diagnóstico más detallado habría bastado. Tan simple como esto. Sin embargo buscó la solución inmediata, el tratamiento milagroso, con un arsenal de corticoides, sin saber el tipo de lesión que tenía delante. Le salió mal y me arruinó la vida. El efecto de una quemadura grave es devastador. Tengo toda la zona de la barbilla agrietada (por donde rompió la parafina), hinchada, que ha tardado aún encima años en que me saliera tejido cicatricial debido a que los corticoides provocan atrofia. Es una piel seca, siempre la tengo irritida.Es horroroso y prefiero no pensar en futuras complicaciones. Este hombre es como si me hubiera atropellado con el coche, no me hubiera auxiliado y se hubiera marchado tranquilamente a su casa. Si viene la policía saldré y si no para que interesarse. Éticamente es muy reprobable lo que me hizo.