En respuesta a uliana_9347037
Aplazado !
Hola a todas!
Al final no me pintaron el día 1. No porque no tengan intención de hacerlo, sino porque por lo visto el día será el 9 sabado. Me confundí o entendí mal. Le insistí a mi tía y ella responde lo mismo: que ya está decidido. Dice que voy a quedar muy bien y me asegura que no me arrepentiré. La he dicho que lo peor es que además tendré que ir así por la calle pero dice que no es para tanto, que sólo es un disfraz. Lo malo es que estaré demasiado llamativa y me sentiré ridícula. Intento imaginarmelo: ¡mi cara pintada de payaso! y no puedo.
Llegó el dia y os cuento lo que pasó!!
El sábado temprano vino una amiga de mi tía y junto con ella me llevaron dirección al salón de belleza. Le volví a insistir a mi tía que mi deseo era que NO me pintaran y que me respetara pero ella no daba importancia a lo que yo decía. La presencia de su amiga me cortaba a la hora de montar un espectáculo en la calle. Al final llegamos al centro y al poco una mujer nos hizo pasar a un pequeño cuarto donde me tuve que desnudar quedándome en bragas y sujetador. La esteticista nos hizo pasar a cabina donde vi que lo tenían todo preparado. Yo me sentía acorralada. Me hicieron tumbarme en la camilla, me cubrieron con una gran toalla y me cubrieron el pelo con un gorro. Le dije a la esteticista que esto me lo hacían en contra de mi voluntad pero no sirvió de nada. Las esteticistas me dijeron que me dejara hacer. Con un masaje facial me cubrieron toda la cara de maquillaje liquido blanco, luego me fueron pintando minuciosamente. Yo estaba relajada pero aquello duró más de media hora. Luego me acoplaron una nariz de payaso que quedó pegada envolviendo la mía. Cuando terminaron y pude incorporarme no me reconocía en el espejo no era capaz de asimilarlo! Veia a alguien con cara de payaso pero no era yo! Tenía la cara tan pintada, tan de payaso que lo veía y no lo creía. Mi tía sacó entonces un vestido infantil, de esos con cuello de babero blanco y abotonado por detrás y quiso ponérmelo. Le dije que no pero entre ella y su amiga me obligaron, me lo pusieron y me lo abrocharon por la espalda, mientras a mi me entraban ganas de llorar. Así me sacaron a la calle, llevándome cada una de una mano. Yo no despegaba la vista del suelo, además como llevo todo el pelo hacia atrás muy estirado y tenso y recogido en un moño como las bailarinas de ballet no tengo manera de ocultar mi cara. Me moria de vergüenza. Quería que se me tragara la tierra. Mi único consuelo era que nadie podía reconocerme ni siquiera yo misma me reconocia al verme reflejada en los escaparates. Mucha gente me miraba por la calle pero no tanta como yo creía, pero nadie se rió. En el chalet de la amiga de mi tía me halagaban mi aspecto. Incluso había dos niñas un poco más jóvenes que yo que querían estar pintadas igual. Empecé a acostumbrarme a ello. Permanecí así todo el día. Al final me dí cuenta que no era para tanto si asumes que todo es un disfraz. Realmente me pintaron muy bien, toda mi cara estaba muy cubierta pero se esmeraron mucho en hacerlo con mucho arte. Llega un momento que te sientes tan diferente que de vuelta a casa no me importaba ya mi cara de payaso ni aquel vestido ridículo e infantil que yo no podía quitarme. Cuando mi tía me desmaquilló me preguntó que tal y si estaba dispuesta a repetir la experiencia. Yo la respondi que me lo tendría que pensar.