Hacerme peeling fue el error más grande que he cometido hasta ahora
Mi historia empieza así, me hice dos peelings con cristales en la Clínica de la Piel en Perú, antes el dermatólogo me dijo que tenía rosácea y que podía hacerlo, así como también un tratamiento con láser que cuesta 200 dólares la sesión, para disimular algunas manchas que me dejó el acné. Sin embargo, después de las dos sesiones del peeling mi piel estuvo mucho peor, la sentía roja, me quemaba por dentro las mejillas y el mentón, mi rostro se resecó totalmente y me picaba demasiado. Estuve un mes así hasta que decidí volver al dermatólogo (pagando por cita claro está) y me dijo que la rosácea había vuelto y que ya no tenía q hacerme peeling sino las sesiones con láser para que la rosácea retroceda. Me dio unas cremas de día y noche para ponerme por un mes. Pero estas cremas no sirvieron, mi rostro sentía las condiciones cada vez peor, no podía ni dormir y la verdad entré en depresión al punto de no querer despertar cada vez que me dormía porque sentía que me iba a quedar así para siempre.
Fui a otro dermatólogo en el hospital de la solidaridad explicándole desde cero lo que hice con mi cara y todo lo que me puse y el doctor me dijo que tenía dermatitis, me dio antibióticos para tomarlo por un mes y un gel para ponerme en las noches. En este proceso reflexioné mucho sobre lo sucedido porque soy cristiana, me acerqué más a Dios, me arrepentí y confesé lo que hice pues realmente gasté mucho dinero y me dejé llevar por la vanidad, me convertí en mi propio ídolo por querer verme casi perfecta sin ni una marca en mi rostro, me miraba en el espejo todo el tiempo que podía y no administré bien el dinero que él me hacía ganar. Me di cuenta que me estuve alejando de él y realmente extrañé las marcas que tenía al inicio porque por lo menos no sentía dolor, solo era físico que con el tiempo y cremas podían irse. Oré mucho y juré que nunca más pondría en riesgo mi físico con un procedimiento por vanidad, no dejaré que alguien toque el templo de Dios de nuevo.
Después de esto, mi situación mejoró muchísimo, empecé a sentir menos dolor en el rostro, mi cara picaba pero trataba de no concentrarme y solo oraba para tener paz. Fui a otro doctor que es tío de una amiga y cuando me vio me dijo que lo que tenía no parecía rosácea sino dermatitis y me confirmó lo del dermatólogo del hospital, por eso insistió que continúe con el tratamiento que me dio y que solo agregara al tratamiento una inyección de un corticoide. La verdad, gracias a Dios estoy mucho mejor, ya no siento dolor, la cara no me pica y el enrojecimiento ha bajado; sobre todo, tengo paz, ahora he vuelto a correr y salgo con mis hermanas y amigos. Realmente me siento muy agradecida con Dios, y sobre el peeling, personalmente no me resultó y si alguien me pregunta no se lo recomendaría a nadie. Uno puede decir que es diferente en cada piel y es verdad, pero cómo saber que a ti te irá bien o puede pasarte lo peor. A veces no es necesario y si puedes evitarlo, encuentra otras soluciones más naturales que no te arriesguen.
Recuerda que para Dios no hay nada imposible 
Bendiciones,
Shirley.
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